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En un mundo hiperconectado, donde casi todo -desde una transacción financiera hasta una cirugía remota- depende de la disponibilidad digital, los datacenters se han convertido en la primera línea de defensa tecnológica.
Pero, ¿qué ocurre cuando la naturaleza golpea con fuerza? ¿Están realmente listos para resistir terremotos, apagones o incluso ciberataques?
Para responder a estas inquietudes, conversamos con Pablo García, gerente regional de data center de Cirion Technologies, quien nos compartió una visión profunda sobre cómo estas infraestructuras críticas están dispuestas para no fallar… incluso cuando todo lo demás lo hace.
ITenLINEA: ¿Cómo están los datacenters modernos para enfrentar desastres naturales?
Pablo García: Nuestros edificios están diseñados para continuar operando durante y después de cualquier evento natural.
Por ejemplo, en países como Chile o Perú, hemos instalado aisladores sísmicos que absorben la energía de los terremotos y evitan daños estructurales.
Actualmente, evaluamos implementar esta tecnología también en Colombia.
Asímismo, los datacenters están preparados para apagones mediante infraestructura redundante: UPS, generadores eléctricos y sistemas inteligentes que garantizan la continuidad operativa.
También, aunque una ciudad pierda energía, el datacenter se mantiene activo y los servicios digitales pueden restablecerse tan pronto como regrese la electricidad.
ITenLINEA: ¿Qué papel juegan los datacenters en una sociedad hiperconectada?
PG: Hoy, todo depende de la conectividad. Desde el entretenimiento hasta las operaciones empresariales: sin conexión, no hay nada. Los datacenters aseguran que esa conexión esté siempre disponible.
Incluso si una ciudad se apaga, los servicios alojados en el datacenter continúan funcionando. Esto permite una recuperación inmediata.
Sin datacenters, restaurar servicios podría tomar días o semanas; con ellos, hablamos de segundos.
ITenLINEA: ¿Qué tipo de sistemas de respaldo y redundancia existen en un datacenter?
PG: Los centros de datos emplean sistemas de inteligencia artificial que monitorean en tiempo real la calidad de la energía.
Si se detecta una falla, el sistema cambia automáticamente al proveedor alternativo o a las unidades internas como las UPS o los generadores.
Las UPS funcionan como baterías de alta capacidad que mantienen todo operativo entre 30 y 40 minutos, mientras los generadores -motores de gran potencia alimentados por combustible- se activan automáticamente para suplir la energía necesaria.
Todo se diseña con redundancia tecnológica: si una UPS falla, otra entra en acción. Las configuraciones N+1, N+2 o S+S garantizan disponibilidad continua.
Incluso el nivel de combustible se monitorea constantemente, y existen acuerdos con distribuidores para reabastecimiento inmediato.
ITenLINEA: ¿Qué tan importante sigue siendo el factor humano?
PG: Es fundamental. Aunque la IA ha avanzado mucho, todavía necesitamos personal capacitado para operar la tecnología.
El reto está en que el desarrollo tecnológico va más rápido que la educación formal. Por eso, muchas veces la formación llega tarde.
Debemos fomentar una cultura organizacional que promueva la actualización constante y la adopción temprana de nuevas herramientas.
La inteligencia artificial no reemplaza al humano, lo potencia.
ITenLINEA: ¿Cómo se gestionan los entornos distribuidos durante una contingencia?
PG: La clave está en no centralizar toda la operación en un único punto.
Trabajamos con los clientes para establecer planes de continuidad como los DRP (Disaster Recovery Plan) y BSP (Business Support Plan).
Según el tipo de negocio, diseñamos arquitecturas activas-pasivas o activas-activas, ya sea entre datacenters distintos o combinando con la nube.
La criticidad del negocio y el presupuesto determinan la estrategia. El error más común es ver la tecnología como un gasto.
No lo es. Es una inversión clave para garantizar la operación.
La resiliencia digital comienza por anticiparse
Frente a los desastres naturales, los datacenters no son simples infraestructuras físicas: son fortalezas digitales que protegen la economía, los servicios y la vida cotidiana de millones.
Su capacidad para resistir lo inesperado, gracias a su infraestructura crítica, redundancia tecnológica, talento humano capacitado y tecnología predictiva, los convierte en pilares esenciales de la sociedad moderna.
Como bien lo señala Pablo García, no se trata solo de reaccionar, sino de anticiparse. Y para lograrlo, la inteligencia artificial y una cultura de innovación ya no son opcionales… son imprescindibles.