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Mientras la conversación global gira en torno a la IA y a la transformación digital, a menudo olvidamos que la base sobre la cual se construye todo es el pensamiento lógico y estructurado.
En Colombia, esta habilidad ya no es una materia del futuro, es una prioridad del presente.
El pensamiento computacional está viviendo un impulso sin precedentes gracias a Colombia Programa, una iniciativa estratégica que entiende que antes de formar programadores, debemos formar pensadores críticos.
Este proyecto, lejos de ser un simple curso de código, está redefiniendo la educación tecnológica desde la raíz, haciéndola asequible incluso en los rincones más desconectados del país.
¿Qué es Colombia Programa?
En el corazón de esta iniciativa se encuentra la alianza entre el Ministerio TIC de Colombia y el Consejo Británico (British Council), con el apoyo del Ministerio de Educación.
El objetivo es claro: conectar a niños, adolescentes y jóvenes con las habilidades del siglo XXI.


Alejandra Mahecha, asistente administrativo del proyecto (en la foto), lo describe como un esfuerzo para acercarnos a ellos a través de recursos pedagógicos para nuestros profesores de todas las zonas del país, urbanas y rurales.
Esta no es solo otra iniciativa de educación STEM. Su enfoque se centra en el pensamiento computacional, una disciplina que, es la verdadera piedra angular.
El pensamiento computacional va un poco más allá de la parte de programación, aclara Sebastián Rojas, Project Manager de Expansión de la Expertise dentro de Colombia Programa.
La idea es realmente desarrollar pensamiento crítico y resolución de problemas.
El programa no busca únicamente que un estudiante aprenda Python o Scratch, aunque lo aprenderán; aplica esa lógica para resolver un problema en cualquier campo en el que el joven decida desarrollarse profesionalmente.
El verdadero poder del pensamiento computacional
El proyecto rompe con el mito de que para aprender a «pensar como un computador» se necesita uno. Este es quizás su punto más disruptivo y socialmente inclusivo.
Tenemos varias actividades en nuestros recursos que son para chicos que no tienen tablets, que viven en distintas zonas del país sin internet, explica Mahecha.
Este enfoque «desconectado» (o unplugged) democratiza el acceso.
Los estudiantes aprenden los fundamentos del algoritmo y la lógica estructurada sin necesidad de una pantalla, asegurando que la brecha digital no se convierta en una brecha de pensamiento.
Para aquellos con acceso, la oferta es robusta. Desde juegos como «Código Verde» para aprender a programar, hasta herramientas más avanzadas como MakeCode, Scratch y Python para los grados superiores.
Asimismo, los recursos están diseñados para acompañar al estudiante en todo su ciclo escolar.
Recursos pedagógicos gratuitos
El activo más valioso de Colombia Programa es su banco de recursos, totalmente abierto y gratuito para cualquier persona interesada.
No se limita a colegios oficiales; cualquier institución, docente o incluso padre de familia pueden acceder a ellos.
Cualquier persona puede acceder a los recursos a través de la página web de Colombia Programa, ahí pueden descargar las 79 guías, confirma Alejandra Mahecha.
Estas 79 guías están meticulosamente diseñadas para cubrir desde el grado transición hasta el grado 11.
Cada grado cuenta con una «guía cero» (que explica cómo usar las demás) y seis guías adicionales, compuestas por 4 o 5 sesiones de una hora cada una.
Pero la creación de conocimiento no es unidireccional. El proyecto ha fomentado una comunidad donde los propios docentes diseñan y comparten, creando lo que Sebastián Rojas llama «recursos vivos«.
La invitación está abierta: aprovechen estos recursos lo más que se pueda y háganlos suyos también.


Ética y creatividad en la era de la IA
En un mundo fascinado y a la vez temeroso por la IA generativa, Colombia Programa aborda el tema de frente. La formación incluye un fuerte componente sobre la ética en la inteligencia artificial.
Hay inteligencia artificial en nuestros celulares a un clic y es importante saber cómo usarla y también entender cómo hacerlo con ética, subraya Mahecha.
El programa promueve una reflexión crucial: la IA debe ser una herramienta que guíe el pensamiento, no que elimine la creatividad.
Se trata de usar la IA a favor para seguir creando e innovando, no para dejar de pensar.
El impacto en cifras y proyectos reales
El alcance del programa es impresionante. Sebastián Rojas detalla la magnitud:
- Docentes: Se ha trabajado con 420 nodos de pensamiento computacional y 426 de transferencia, impactando a unos 4.200 docentes. La meta para 2026 es llegar a 6.300 docentes formados.
- Estudiantes: El impacto directo en los nodos supera los 100.000 estudiantes. Además, se espera alcanzar otros 84.000 estudiantes en 2026.
Más allá de los números, el verdadero éxito se ve en los proyectos que nacen en las aulas, incluso en zonas indígenas y rurales de Cauca o Nariño.
Alejandra Mahecha relata con entusiasmo los resultados:
Hay profesores que han hecho proyectos clave como las gafas para personas que tienen discapacidad o herramientas como las manos tecnológicas.
Qué proyecta el programa para el año que viene
Al dejar un ecosistema de «recursos vivos» y una comunidad de miles de docentes capacitados, la iniciativa está sembrando semillas de innovación que seguirán creciendo.
Más que enseñar a programar, Colombia Programa está enseñando a pensar.
Está equipando a una generación no solo para consumir la tecnología del futuro, sino para crearla, adaptarla y, sobre todo, cuestionarla con pensamiento crítico y propósito ético.















