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Mientras plataformas como Coinbase y bancos tradicionales como Lloyds y Halifax quedaron fuera de línea, y servicios en Latinoamérica sufrían interrupciones de hasta seis horas, el mundo recibió una lección urgente sobre resiliencia operacional.
Este evento no fue solo un fallo técnico; fue la exposición pública de una fragilidad sistémica que acecha a una industria hiperdependiente de infraestructuras centralizadas.
Anatomía de la caída de AWS: Una tormenta perfecta automatizada
Para entender la magnitud del problema, hay que analizar su causa, detallada por el Dr. José Luis Gómez Ortega, consultor e investigador en ciencia de datos.
La ironía es palpable: dos sistemas automatizados, diseñados precisamente para garantizar la fiabilidad, fallaron de la peor manera posible.
En la región US-EAST-1 de AWS, ambos sistemas intentaron actualizar el mismo registro DNS en DynamoDB simultáneamente.
Esta «competición» digital creó un registro vacío que, para colmo, los propios sistemas automáticos fueron incapaces de corregir.
El resultado fue un bloqueo total que requirió intervención humana, pero la falta de mecanismos de auto-recuperación -un principio básico de resiliencia- retrasó el inicio de la solución manual por más de tres horas.
Al final, la caída se extendió por siete horas, afectó a más de 140 servicios de AWS y generó pérdidas estimadas en decenas de millones de dólares solo en el sector financiero.
El evento demostró que la propia arquitectura de AWS, en ese momento, no fue capaz de aplicar las estrategias de contingencia que ella misma promueve.
Los 3 Pilares de la resiliencia operacional (y por qué el 80 % de la banca aún es vulnerable)
En los sistemas cloud modernos, la supervivencia no depende de evitar fallos -estos son inevitables- sino de cómo se responde a ellos. Según Gómez Ortega, la resiliencia se construye sobre tres pilares fundamentales:
- Estrategia Multi-nube: Distribuir operaciones críticas entre varios proveedores (AWS, Azure, Google Cloud) para no depender de uno solo.
- Redundancia Geográfica: No concentrar operaciones en una sola ubicación e implementar sistemas que redirijan el tráfico automáticamente cuando una región falla.
- Portabilidad: Diseñar aplicaciones con estándares abiertos que permitan moverlas entre proveedores sin tener que reescribirlas por completo.
Aquí radica una peligrosa desconexión. Aunque se estima que más del 80 % de las instituciones financieras ya utilizan una estrategia multi-nube, la reciente caída de AWS demuestra que tener contratos con varios proveedores no es sinónimo de ser resiliente.
Si las cargas de trabajo no pueden migrar de forma ágil y automática, la estrategia es solo un espejismo de seguridad.
De la crisis a la ventaja competitiva en el sector financiero
Para el sector financiero, los retos son claros pero no insuperables.
Existe una notable escasez de talento técnico capaz de gestionar ambientes multi-nube complejos.
Además, persiste la percepción errónea de que construir sistemas resilientes «duplica los costos».
La realidad, como demostró el apagón de octubre, es que los gastos de una sola caída pueden superar con creces cualquier inversión preventiva.
A esto se suman los sistemas legacy que frenan migraciones ágiles y una presión regulatoria creciente (como las normativas DORA en Europa).
Sin embargo, estos retos ocultan oportunidades estratégicas.
Diversificar proveedores no solo mitiga el riesgo, sino que otorga un mayor poder de negociación y reduce el vendor lock-in.
En un mercado donde los clientes esperan acceso 24/7, las instituciones que garanticen la disponibilidad se diferenciarán claramente.
Cumplir proactivamente con las regulaciones de resiliencia, en lugar de reaccionar a ellas, fortalece la reputación institucional.
Construyendo una infraestructura digital a prueba de futuro
¿Cómo pueden las empresas, especialmente en Latinoamérica, pasar de la teoría a la práctica? La recomendación es una adopción incremental y una cultura de preparación constante:
- Simulación de fallos: Realizar ejercicios regulares para identificar vulnerabilidades antes de que ocurran en producción.
- Mapeo de dependencias: Entender todas las conexiones tecnológicas, incluyendo servicios de terceros que a menudo se pasan por alto.
- Métricas claras: Definir el Tiempo Objetivo de Recuperación (RTO) y el Punto Objetivo de Recuperación (RPO) para cada sistema crítico.
- Capacitación y cultura: La tecnología es solo una parte; el factor humano es determinante. El personal debe estar formado en protocolos de crisis.
- Revisión contractual: Asegurar que los contratos con proveedores reflejen responsabilidades claras en caso de fallos, forzándolos a cumplir con los estándares necesarios.
La resiliencia como imperativo estratégico
El incidente de AWS en octubre de 2025 no debe verse como una anomalía, sino como una llamada de atención sobre la fragilidad de nuestra infraestructura digital contemporánea.
Como señala el profesor Gómez Ortega, no fue un «fallo técnico», sino un recordatorio estratégico.
Para las instituciones financieras latinoamericanas, que operan en entornos regulatorios cambiantes y con clientes hiperdigitalizados, la resiliencia operacional no es una opción: es un imperativo.
La dependencia de un único proveedor, por grande que sea, representa un riesgo sistémico.
Las empresas que adopten arquitecturas diversificadas y una cultura de preparación no solo mitigarán riesgos, sino que construirán la ventaja competitiva clave del futuro.
La pregunta que define el liderazgo en la era digital ya no es «¿puede fallar nuestra infraestructura cloud?», sino «¿qué tan rápido podemos recuperarnos cuando falle?».


Tema realizado con el apoyo del profesor José Luis Gómez Ortega (en la foto), docente de la Universidad Europea, Consultor e investigador en ciencia de datos. Doctorado en Ciencias de la Computación.















