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Para 2026 se presenta un escenario en donde los ataques autónomos soportados por IA podrían ser las amenazas más sofisticadas que requerirán defensas robustas.
En este sentido, conversamos con Germán Patiño (en la foto), Vicepresidente de Ventas de Lumu Technologies, quien nos brindó una visión clara y sin filtros: el próximo gran salto no es solo tecnológico, es una cuestión de velocidad y autonomía.
Para los líderes de IT y empresarios en Latinoamérica, entender estas dinámicas no es opcional; es la diferencia entre la resiliencia y la parálisis operativa.


El auge de los ataques autónomos: La cadena completa
Si miramos por el espejo retrovisor, la IA ya participaba en fragmentos de los ciberataques.
Sin embargo, lo que se avecina es la automatización total del Cyber Kill Chain (la cadena de ataque).
Los adversarios ya no necesitan intervención humana en cada etapa; ahora cuentan con algoritmos capaces de ejecutar campañas de punta a punta.
Patiño es contundente al respecto: Lo que vamos a ver en el 2026 es la cadena completa hecha por inteligencia artificial.
Esto implica un desafío monumental: la velocidad. Un ataque que antes tomaba días o semanas en desplegarse, ahora ocurre a una velocidad vertiginosa, reduciendo drásticamente el tiempo de reacción de las empresas.
El retorno de inversión (ROI) para los ciberdelincuentes ha crecido cerca de un 400 % gracias a esta eficiencia, lo que convierte al cibercrimen en una industria aún más lucrativa y peligrosa.
Automatización y respuesta: La defensa contraataca
No todo son malas noticias. Si bien el ataque es asimétrico, la defensa también está evolucionando.
La respuesta de la industria ante esta amenaza veloz es, irónicamente, más IA, pero aplicada estratégicamente a la automatización de procesos.
Las organizaciones están empezando a delegar tareas repetitivas y análisis de datos masivos a sistemas inteligentes. El objetivo es cerrar la brecha entre detectar una anomalía y neutralizarla.
Patiño ilustra este avance con un ejemplo práctico sobre la eficiencia operativa:
A un humano le tomaría cuatro horas correr un playbook de respuesta. La inteligencia artificial te permite hacerlo en minutos o segundos.
Además, la integración del lenguaje natural en las herramientas de seguridad está democratizando el acceso a la defensa avanzada.
Ya no se trata solo de códigos complejos; los analistas pueden interactuar con los sistemas y realizar búsquedas de incidentes usando preguntas sencillas, agilizando la toma de decisiones críticas.
Aunque el impacto en la defensa (una mejora de 70x en eficiencia de infraestructura) no iguala el 400 % del atacante, es una herramienta vital para mantenerse en la pelea.
El enemigo invisible: La tendencia Malware-free
Quizás el punto más revelador de nuestra conversación con el experto de Lumu no tiene que ver con lo que vemos, sino con lo que no vemos.
Estamos acostumbrados a proteger nuestros sistemas contra archivos maliciosos, virus y troyanos. Pero, ¿qué pasa cuando el ataque no utiliza ningún software maligno?
Para 2026, la tendencia más preocupante serán los ataques malware-free (libres de malware).
Estos ataques utilizan herramientas legítimas del sistema y credenciales robadas para moverse lateralmente por la red, pasando desapercibidos ante los antivirus y sistemas EDR tradicionales que buscan firmas de código malicioso.
Yo creo que la tendencia clave para el año que viene son los ataques que son malware-free…
Al desaparecer eso (el componente de malware), vamos a quedar desprotegidos en general para ese tipo nuevo de ataques, advierte Patiño.
Esto nos obliga a repensar la seguridad. Ya no basta con buscar «el archivo malo»; hay que monitorear el comportamiento anómalo de las herramientas «buenas».
Un cambio de mentalidad: De la prevención a la resiliencia
La seguridad perfecta no existe. Intentar bloquear el 100 % de los ataques es una utopía costosa.
La recomendación para los líderes empresariales es cambiar el mindset. La pregunta ya no es ¿cómo evito que me ataquen?, sino ¿qué tan rápido puedo darme cuenta y responder?.
Germán Patiño cerró con una reflexión que debe resonar en todos los comités directivos:
Lo importante ya no solo es cómo evitar el ataque, sino cómo detectarlo rápido y cómo responder más rápido.
El 2026 será el año de la velocidad
La Inteligencia Artificial en ciberseguridad actuará como un acelerador para ambos bandos.
Para las empresas, el éxito no radicará en comprar la herramienta más cara, sino en implementar IA que impacte directamente en los tiempos de detección y respuesta.
La tecnología es el vehículo, pero la estrategia de agilidad será el conductor que nos mantenga a salvo en esta autopista digital.
Mantenerse informado y adoptar una postura de «asumir la brecha» (asumir que eventualmente seremos atacados) nos permitirá construir sistemas que no solo resistan el golpe, sino que se recuperen antes de que el negocio se detenga.


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